El visitante se alegró de encontrar, en aquella noche de lluvia, un hotel con habitaciones libres.
- Suba a ducharse, está empapado. Ahora envío a un mozo con sus maletas.-dijo el recepcionista.
La habitación era sencilla, más propia de un celda de monje. Pero era acogedora, y un lugar caliente donde pasar la noche.
- Adelante.- dijo el visitante, saliendo de la ducha con una toalla a la cintura.
- Sus maletas, señor.-dijo el empleado.
- Gracias. Ha sido una suerte que tuviesen espacio en una noche como esta.-comentó el visitante mientras alargaba al joven una propina.
- La gente de los alrededores no suele alojarse aquí. Sabe, esto era un manicomio. Hasta que se marcharon los médicos.
-¿Y qué fue de los locos?-preguntó el visitante, distraído en abrir sus maletas.
Mientras cerraba la puerta al salir, al empleado respondió:
- Nos quedamos.
miércoles, julio 11, 2007
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5 comentarios:
Leo el cuento en el portátil de la Casielles, recién despertadas. Dice que tienes que actualizar más a menudo!! Nos gusta mucho:)
Cof... coff, ¿para cuándo otro cuento?
inquietnate, sin duda
¡¡Lo que se llega a encontrar una viajando por la web!! Bueno Héctor, un gran micro-relato.
Te agrego a mi lista de vínculos en mi blog para visitarte de vez en cuando. Mi dirección es:
http://palabraolvidada.blogspot.com/
qué contundencia.
me gusta.
te espío.
d.
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